Manuel Machado
Este poema destaca por su tono melancólico y reflexivo. En él, el poeta personifica su propia sombra, considerándola como una compañera silenciosa a lo largo de su vida. La sombra se convierte en testigo de sus alegrías y penas, pero también en un símbolo de la fugacidad del tiempo. El poema refleja la idea de la dualidad de la existencia, donde la sombra, aunque inseparable, también es efímera. La reflexión sobre la naturaleza fugaz de la vida y la inevitable presencia de la sombra como metáfora de compañía y testigo, añade una capa de profundidad al poema.
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Sombra, triste compañera
inútil, dócil y muda,
que me sigues dondequiera
pertinaz como la duda.
Amiga que no se advierte,
compañera que se olvida,
afirmación de la vida
que hace pensar en la muerte.
Retrato, caricatura…
Algo que soy yo y no es nada.
Cosa singular y pura,
al par que broma pesada.
Obsesión y diversión
del poeta solitario.
Insignificante y vario
tema de meditación.
Primera copia grosera
del cuerpo, y quizá del alma…
¿por qué esa terrible calma
muda que me desespera?
Querría a veces borrarte,
pìntura de brocha gorda.
…Mas yo he oído tu voz sorda
y opaca en alguna parte.
Y conozco tu bondad
socarrona y oportuna.
Y tus bromas a la luna,
y tu gran fidelidad.
Dime, pues, en la postrera
hora, en el último trance,
cuando la luz no me alcance,
¿tú dónde irás, compañera?
Compañera que se olvida,
amiga que no se advierte…
Afirmación de la vida
que hace pensar en la muerte.