León Felipe
El poeta espera a la muerte, tarda en llegar y cansado piensa en el suicidio. Mientras hace balance de su vida, comprueba que no ha sabido vivirla plenamente y que no ha utilizado sus talentos para nada; no los ha utilizado y los ha perdido. Cuando vuelva a vivir otra vida nueva con esos talentos u otros nuevos, lo hará mejor y dejará su legado. Viviendo varias nuevas vidas se irá purificando y mejorando en cada una de ellas. Serán purgatorios sucesivos que nos llevarán a la Luz, al Gran Dios, que nos estará esperando
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Comentarios destacados a este poema en YouTube:
- Uf! Todo adquiere otra dimensión cuando lo “cuentas” tú.
- Bravo!!! Me ha llegado al alma
- Precioso y esperanzador poema q nos abre caminos y nos transporta quien sabe dónde… pero con tu voz, con esa música y ese devenir… mejor dejarse llevar. Una vez más, Zorionak por vuestro trabajo.
- Un lujo conocer este emotivo y esperanzador poema, a través de tu voz, con la que siempre les das a cada uno la calidez, la ternura, la emoción o la alegría que necesitan. El viaje en ese tren que nos lleva quien sabe dónde y la música que acompaña el viaje, acertadísimas y aportando lo que el poema necesita.
- Emocionante tu voz expresando ese dolor, esa duda existencial, la carga del tiempo (tan bien representada por el paisaje visto desde el tren)… Todo perfecto para mostrar un hombre que siente la dolorosa impermanencia del humano.
- Gracias
- Me encanta como recitas los poemas. Tu voz hace que los sienta con más emoción y las imágenes, como siempre, espectaculares. Buen equipo.
- Un poema esperanzador y trascendente, que nos dices con voz sensible y trémula, casi susurrante, mientras el tren, como la vida, pasa y pasa… Magnífico!
- …
Aquí estoy…
En este mundo todavía… Viejo y cansado… Esperando
a que me llamen…
Muchas veces he querido escaparme por la puerta maldita
y condenada
y siempre un ángel invisible me ha tocado en el hombro
y me ha dicho severo:
No, no es la hora todavía… hay que esperar…
Y aquí estoy esperando…
con el mismo traje viejo de ayer,
haciendo recuentos y memoria,
haciendo examen de conciencia,
escudriñando agudamente mi vida…
¡Qué desastre!… ¡Ni un talento!… Todo lo perdí.
Sólo mis ojos saben aún llorar. Esto es lo que me queda…
Y mi esperanza se levanta para decir acongojada:
Otra vez lo haré mejor, Señor,
porque… ¿no es cierto que volvemos a nacer?
¿No es cierto que de alguna manera volvemos a nacer?
Creo que Dios nos da siempre otra vida,
otras vidas nuevas,
otros cuerpos con otras herramientas,
con otros instrumentos… Otras cajas sonoras
donde el alma inmortal y viajera se mueva mejor
para ir corrigiendo lentamente,
muy lentamente, a través de los siglos,
nuestros viejos pecados,
nuestros tercos pecados…
para ir eliminando poco a poco
el veneno original de nuestra sangre
que viene de muy lejos.
Corre el tiempo y lo derrumba todo, lo transforma todo.
Sin embargo pasan los siglos y el alma está, en otro sitio…
¡pero está!
Creo que tenemos muchas vidas,
que todas son purgatorios sucesivos,
y que esos purgatorios sucesivos, todos juntos,
constituyen el infierno, el infierno purificador,
al final del cual está la Luz, el Gran Dios, esperándonos.
Ni el infierno… ni el fuego y el dolor son eternos.
Sólo la Luz brilla sin tregua,
diamantina,
infinita,
misericordiosa,
perdurable por los siglos de los siglos…
Ahí está siempre con sus divinos atributos.
Sólo mis ojos hoy son incapaces de verla…
estos pobres ojos que no saben aún más que llorar.