Jorge Luis Borges
Borges escribe este poema tras la muerte de su madre, a la que estaba muy unido.
Mirando hacia atrás, reconoce no haber conseguido la felicidad, por otra parte dificil de conseguir si constantemente está comparando lo que se es y lo que podía haber sido. No hay vuelta atrás.
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He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer.
No he sido feliz.
Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz.
Cumplida no fue su joven voluntad.
Mi mente se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado.