Antonio Machado
Este poema, perteneciente a la obra “Soledades, Galerías y otros poemas”, nos presenta una visión del mundo y de la vida a través de la experiencia del poeta.
Describe encuentros con individuos tristes y arrogantes, así como con aquellos que disfrutan de las pequeñas alegrías de la vida. Machado destaca la sencillez y autenticidad de aquellos que viven sin pretensiones, trabajan la tierra y disfrutan de lo que les ofrece la vida, contrastando con aquellos que se creen superiores pero carecen de verdadera sabiduría. En resumen, el poema celebra la humildad, la conexión con la tierra y la autenticidad de aquellos que viven sin complicaciones.
Es una celebración de la humanidad en su diversidad y simplicidad, recordándonos que al final, todos descansaremos bajo la tierra, independientemente del camino que hayamos elegido.
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He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.
En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra,
y pedantones al paño
que miran, callan, y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.
Mala gente que camina
y va apestando la tierra…
Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.
Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan a dónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,
y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.
Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.