Antonio Machado
El poema “En abril, las aguas mil” de Antonio Machado forma parte del poemario “Campos de Castilla”. Machado utiliza el refrán popular como punto de partida para plasmar con gran maestría las constantes lluvias y la alternancia entre sol y nubes que caracterizan a este mes.
A través de imágenes poéticas, el poeta nos sumerge en un escenario donde el cielo azul se entremezcla con las nubes cargadas de lluvia, los relámpagos cruzan el horizonte, la lluvia golpea los cristales y los campos verdean bajo el agua. Machado retrata con gran plasticidad los efectos de la lluvia sobre el paisaje castellano, creando una atmósfera cambiante y dinámica.
El poema logra capturar la esencia de abril en Castilla, mes de transición entre el invierno y la primavera, con sus repentinos aguaceros y sus momentos de sol radiante, transmitiendo la belleza y la melancolía de la naturaleza que comienza a reverdecer.
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Comentarios destacados a este poema en YouTube:
- Qué bonito poema, y apropiado para estos días lluviosos que hemos tenido, los campos tan verdes y recitado por ti con ese tono tan sugerente.
- Nostalgia y deseos de volver a esos días de abril q nos habéis hecho revivir, Machado, Toño y tú. El cambio climático es lo q tiene…. pero siempre nos quedará Machado!!!
- Maravilloso poema del gran Machado. Maravillosa interpretación acompañada por esas imágenes que hablan por sí solas. Bravo equipo.
- Que dulce nostalgia, la que nos describe Machado y que bien nos la transmite tu voz. La lluvia y la neblina del paisaje, parece que llega a rozarnos la cara. Sin duda, precioso!
- ¡Qué maravilla! Para mí era un poema casi olvidado. Después de oírlo en tu voz y acompañado de esos paisajes, creo que se integrará en mis recuerdos con mis propios días de lluvia y se hará inolvidable. Gracias.
- …
Son de abril las aguas mil.
Sopla viento achubascado ,
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil.
Agua y sol. El iris brilla.
En una nube lejana,
zigzaguea
una centella amarilla.
La lluvia da en la ventana
y el cristal repiquetea.
A través de la neblina
que forma la lluvia fina,
se divisa un prado verde,
y un encinar se esfumina,
y una sierra gris se pierde.
Los hilos del aguacero
sesgan las nacientes frondas,
y agitan las turbias ondas
en el remanso del Duero.
Lloviendo está en los habares
y en las pardas sementeras;
hay sol en los encinares,
charcos por las carreteras.
Lluvia y sol. Ya se oscurece
el campo, ya se ilumina;
allí un cerro desparece,
allá surge una colina.
Ya son claros, ya sombríos
los dispersos caseríos,
los lejanos torreones.
Hacia la sierra plomiza
van rodando en pelotones
nubes de guata y ceniza