La granada

Salvador Rueda

Su poesía goza de un gran colorido, gran musicalidad y una gran variedad de temas destacando entre ellos los que dedica al mundo de la naturaleza. El hombre tendría que aprender de la granada y vivir en una sociedad perfecta en la que prima la igualdad entre todos los que la forman.

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Todos los sabios del mundo
tendrán siempre que humillarse
por no llegar a saber
lo que una granada sabe.

Tiene la roja granada
en su seno una colmena,
pero es enjambre de granos
en lugar de ser de abejas.

Divididos en panales
están por frágiles telas,
como están en un convento
subdivididas las celdas,

y esa sociedad menuda
se abraza y se compenetra,
con más perfecta armonía
que los hombres en la tierra.

No hay un grano preferido
con cetro de oro en la diestra
que el mundo de la granada
rija cual rey que gobierna.

Todos son granos iguales
que tienen la misma ciencia,
que tienen el mismo impulso,
que tienen la misma ética.

Cada grupo de rubíes
vive en su propia vivienda
sin traspasar los umbrales
de la vecina frontera,

y con arreglo a justicia
y a equidad y a inteligencia,
disfruta de los derechos
que da la naturaleza.

Es a un tiempo cada grano
jurisconsulto que piensa,
divino vate que rima,
magistrado que interpreta,

político que dirige,
catedrático que enseña,
legislador que ilumina,
ciudadano que respeta,

y, cual a gusto se enlazan
en un collar las mil perlas,
ellos forman el trenzado
de una sociedad perfecta.

¡Hombres, detened los ojos
en una granada abierta,
y ved tan grandioso mundo
con las rodillas en tierra!

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