Federico García Lorca
Este poema es una pieza de gran lirismo que evoca la infancia y la nostalgia a través de una estructura musical y repetitiva. Como en muchas de sus obras, Lorca combina imágenes de la naturaleza con un tono melancólico y simbólico, creando una atmósfera de ensoñación y pérdida.
El poema se construye a partir de preguntas y respuestas que le otorgan un ritmo de canción infantil popular. La presencia de elementos recurrentes como el “arroyo claro” y la “fuente serena” refuerza la musicalidad del poema y evoca la pureza de la infancia. Sin embargo, esta inocencia se contrapone con símbolos de muerte y sacrificio, como la “rosa de sangre” o los “huesos de mi gran calavera”, que sugieren la conciencia del poeta sobre la fugacidad de la vida y la pérdida de la niñez.
El tema central del poema es el anhelo de recuperar la infancia y la inocencia perdida. El hablante lírico expresa su deseo de viajar “más allá de esas sierras, / más allá de los mares, / cerca de las estrellas”, en busca de un tiempo pasado que ya no puede recuperar. Esta tensión entre la nostalgia y la imposibilidad de volver refuerza la melancolía del poema.
En definitiva, “Balada de la placeta” es un hermoso lamento por la infancia perdida, un canto nostálgico que sintetiza la sensibilidad lorquiana, su amor por la tradición oral y su inconfundible capacidad de transformar lo cotidiano en poesía
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Cantan los niños
en la noche quieta;
¡arroyo claro,
fuente serena!
¿Qué tiene tu divino
corazón en fiesta?
Un doblar de campanas
perdidas en la niebla.
Ya nos dejas cantando
en la plazuela.
¡Arroyo claro,
fuente serena!
¿Qué tienes en tus manos
de primavera?
Una rosa de sangre
y una azucena.
Mójalas en el agua
de la canción añeja.
¡Arroyo claro,
fuente serena!
¿Qué sientes en tu boca
roja y sedienta?
El sabor de los huesos
de mi gran calavera.
Bebe el agua tranquila
de la canción añeja.
¡Arroyo claro,
fuente serena!
¿Por qué te vas tan lejos
de la plazuela?
¡Voy en busca de magos
y de princesas!
¿Quién te enseñó el camino
de los poetas?
La fuente y el arroyo
de la canción añeja.
¿Te vas lejos, muy lejos
del mar y de la tierra?
Se ha llenado de luces
mi corazón de seda,
de campanas perdidas,
de lirios y de abejas,
y yo me iré muy lejos,
más allá de esas sierras,
más allá de los mares,
cerca de las estrellas,
para pedirle a Cristo
Señor que me devuelva
mi alma antigua de niño,
madura de leyendas,
con el gorro de plumas
y el sable de madera.
Ya nos dejas cantando
en la plazuela,
¡arroyo claro,
fuente serena!
Las pupilas enormes
de las frondas resecas
heridas por el viento,
lloran las hojas muertas.