Federico García Lorca
Este es uno de los poemas más conocidos del autor español que forma parte del libro “Poeta en Nueva York”.
La aurora, en lugar de ser un símbolo de renovación y esperanza, se convierte en un momento de deshumanización y angustia, donde los hombres están atrapados en un ciclo de opresión. El poeta nos muestra una imagen de Nueva York industrial, donde la luz lucha por existir entre las sombras y los edificios fríos. Este poema refleja las vivencias de Lorca durante el crack del ’29, una crisis que afectó profundamente a la sociedad americana y convirtió al poeta en la voz de los explotados por el sistema social injusto.
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La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.