Umbrío por la pena

Miguel Hernández

Este poema, que pertenece a su libro El rayo que no cesa (1936), es una intensa expresión de dolor y sufrimiento. El poeta usa repetidamente la palabra “pena” para enfatizar su estado emocional, comparándola con una presencia constante y agobiante en su vida. Utiliza imágenes fuertes como la oscuridad (“umbrío”), los cardos y los leopardos para transmitir la sensación de angustia. El lenguaje es rico en metáforas y el tono es profundamente melancólico, reflejando los temas recurrentes en la obra de Hernández sobre el dolor y la lucha. La reflexión final, “¡Cuánto penar para morirse uno!”, subraya la angustia de una existencia marcada por el dolor, donde incluso la muerte parece una liberación inevitable tras tanto sufrimiento.

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Comentarios destacados a este poema en YouTube:

  • Volvéis a multiplicar el sentimiento de este precioso poema. Tanta tristeza expresada en tan poco tiempo casi corta la respiración. Magistrales los dos.     
  • Gracias Inma por hacernos sentir toda la tristeza y la pena que rezuma este poema.
  • La pena y el dolor con q Miguel se tuvo q despedir de la vida queda plasmado en este poema, q vosotros, tan magistralmente, habéis hecho visible. Gracias por vuestro trabajo y haberlo compartido
  • Hermoso y bien triste poema! Tu voz y las imágenes lo subrayan todo. Gracias, Inma. Me ha encantado.
  • Tristísimo poema que me deja el corazón temblando. El vídeo apocalíptico no puede ser más apropiado y tu voz, como siempre tan sensacional.
  • Gracias guapa. Esa emoción y belleza en tu voz que nos transmites se une a la pena del poeta y de su vida triste.
  • Qué tristeza rezuma este poema, hasta en las imágenes del vídeo. Muchas gracias Inma, por tu voz y por tu sensibilidad. Abrazos

Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.

Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.

Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.

No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y de cardos:
¡Cuánto penar para morirse uno!

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