Juan Ramón Jiménez
En las tardes de enero, la bruma, la lluvia y el frío conforman un paisaje triste y la nostalgia se apodera de las personas.
Juan Ramón Jiménez establece una comparación entre las estaciones del año y las etapas de la vida. Siendo en el invierno cuando se sufre de depresión en mayor número de casos. En cambio en la primavera y en el verano los dolores y las tristezas desaparecen como por arte de magia.
Fallecen más personas en épocas frías que en las estaciones repletas de vida como puede ser la primavera.
Las personas mayores que sobreviven al invierno tienen más esperanza de vida hasta que lleguen al próximo. El frío tiene una importante repercusión en la salud de las personas de edad avanzada.
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Va cayendo la noche: La bruma
ha bajado a los montes el cielo:
Una lluvia menuda y monótona
humedece los árboles secos.
El rumor de sus gotas penetra
hasta el fondo sagrado del pecho,
donde el alma, dulcísima, esconde
su perfume de amor y recuerdos.
¡Cómo cae la bruma en el alma!
¡Qué tristeza de vagos misterios
en sus nieblas heladas esconden
esas tardes sin sol ni luceros!
En las tardes de rosas y brisas
los dolores se olvidan, riendo,
y las penas glaciales se ocultan
tras los ojos radiantes de fuego.
Cuando el frío desciende a la tierra,
inundando las frentes de invierno,
se reflejan las almas marchitas
a través de los pálidos cuerpos.
Y hay un algo de pena insondable
en los ojos sin lumbre del cielo,
y las largas miradas se pierden
en la nada sin fe de los sueños.
La nostalgia, tristísima, arroja
en las almas su amargo silencio,
Y los niños se duermen soñando
con ladrones y lobos hambrientos.
Los jardines se mueren de frío;
en sus largos caminos desiertos
no hay rosales cubiertos de rosas,
no hay sonrisas, suspiros ni besos.
¡Como cae la bruma en el alma
perfumada de amor y recuerdos!
¡Cuántas almas se van de la vida
estas tardes sin sol ni luceros!