Amado Nervo
Es un poema con una musicalidad extraordinaria en el que se repite constantemente su leitmotiv: “si ya no cierras ni abres nada, pobre llave desdentada, ¿para qué te he de guardar?”
En él evoca Amado Nervo recuerdos de su infancia que transcurrió en la casa solariega de su familia. Se identifica con la llave sin llavero ya que los lazos familiares habían desaparecido y solo viviría aferrado a sus recuerdos.
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Esta llave cincelada
que en un tiempo fue, colgada,
(del estrado a la cancela,
de la despensa al granero)
del llavero de la abuela,
y en continuo repicar
inundaba de rumores
los vetustos corredores;
esta llave cincelada,
si no cierra ni abre nada,
¿para qué la he de guardar?
Ya no existe el gran ropero,
la gran arca se vendió;
sólo en un baúl de cuero,
desprendida del llavero,
esta llave se quedó.
Herrumbrosa, orinecida,
como el metal de mi vida,
como el hierro de mi fe,
como mi querer de acero,
esta llave sin llavero
¡nada es ya de lo que fue!
Me parece un amuleto
sin virtud y sin respeto;
nada abre, no resuena…
¡me parece un alma en pena!
Pobre llave sin fortuna
…y sin dientes, como una
vieja boca; si en mi hogar
ya no cierras ni abres nada,
pobre llave desdentada,
¿para qué te he de guardar?
Sin embargo, tú sabías
de las glorias de otros días:
del mantón de seda fina
que nos trajo de la China
la gallarda, la ligera
española nao fiera.
Tú sabías de tibores
donde pájaros y flores
confundían sus colores;
tú, de lacas, de marfiles
y de perfumes sutiles
de otros tiempos; tu cautela
conservaba la canela,
el cacao, la vainilla,
la suave mantequilla,
los grandes quesos frescales
y la miel de los panales,
tentación del paladar;
mas si hoy, abandonada,
ya no cierras ni abres nada,
pobre llave desdentada,
¿para que te he de guardar?
Tu torcida arquitectura
es la misma del portal
de mi antigua casa obscura
(que en un día de premura
fue preciso vender mal).
Es la misma de la ufana
y luminosa ventana
donde Inés, mi prima, y yo
nos dijimos tantas cosas
en las tardes misteriosas
del buen tiempo que pasó…
Me recuerdas mi morada,
me retratas mi solar;
mas si hoy, abandonada,
ya no cierras ni abres nada,
pobre llave desdentada,
¿para qué te he de guardar?