Miguel Hernández
Miguel Hernández escribe este y otros muchos poemas para levantar la moral de los soldados que luchan por sus mismos ideales.
El poeta se dirige al pueblo para que luche por sus derechos y no se deje avasallar injustamente.
El poeta les hace ver que ellos son de una tierra de valientes y que tendrán que demostrarlo y no acobardarse ante el peligro.
Va nombrando regiones de España, describiendo a sus gentes con alguna de sus características.
Para finalizar Miguel expresa que lo importante es luchar contra las cadenas impuestas y que si la muerte le alcanza en esa circunstancia, él la recibirá con la cabeza muy alta y estará orgulloso de morir por defender lo que él considera que es justo.
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Comentarios destacados a este poema en YouTube:
- La música es una bendición para el alma. Bravo que placer escucharte
- Este poema siempre me emociona. Con tu voz y esas imágenes que tan bien te acompañan un doble placer. Gracias
- Miguel Hernández siempre me llega a lo más profundo del corazón, pero con tu voz y el buen trabajo de Toño, hoy me ha superado para erguir la cabeza y ser leona. Gracias Inma. Gracias Toño.
- Por primera vez he disfrutado esta poesía. Gracias.
- Qué precioso canto a la dignidad…cuanta emoción le has puesto y qué lujo de compañeros de viaje: unas imágenes, que vibran por si solas y una música, que envuelve, pero no tapa, y espolea el corazón, para mantenerlo atento.
- Gracias por tu dedicación y por compartir tu sensibilidad. Pura emoción.
- Qué maravilla escucharte!!!! y que deleite ver la maravillosa ambientación que hace tu esposo a todos ellos. Gracias mil por el obsequio que nos hacéis.
- Toda España representada en esta dura y sentida poesía, con esas imágenes tan acordes con el texto y tu voz tan impresionante.
- Es un poema muy conmovedor, y más en tu voz. También me llama la atención lo ajustadas que van las imágenes. Gracias por este regalo!
- Después de tantos días, se agradece oír tu maravillosa voz. Bonito poema, bonita interpretación y excelente presentación. Un gran equipo.
- …
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.
Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.